Este artículo parte del debate compartido durante el Insights Day de NoBlue2, celebrado tras el anuncio de NetSuite Next en SuiteWorld y la demostración exclusiva presentada por James Chisham, VP de Producto Internacional en Oracle NetSuite.
Su sesión mostró la nueva generación de productividad impulsada por inteligencia artificial, diseñada para ser colaborativa, inteligente, adaptable y confiable — ayudando a las empresas a hacer más con menos gracias a funcionalidades como el asistente conversacional Ask Oracle.
Mientras esa presentación mostraba cómo la tecnología está aprendiendo a pensar y actuar de forma inteligente, este artículo aborda el otro lado de la ecuación: cómo las personas y las organizaciones deben evolucionar para adaptarse — del IQ al EQ y al AQ.
Hace más de veinte años, mi tío —un líder visionario a quien siempre he admirado y que dirigía una multinacional del sector transporte— me dijo algo que se me quedó grabado. Solía decir que nunca contrataba al número uno de la clase; prefería al segundo o al tercero. Su razonamiento era sencillo: la verdadera inteligencia va más allá del rendimiento académico. Es curiosidad, equilibrio, perspectiva y la capacidad de conectar con las personas.
En aquel momento no imaginaba lo adelantada que era su visión.
Dos décadas después, en una era definida por la inteligencia artificial, la automatización y el cambio constante, su reflexión resulta casi profética.
Lo que él describía —esa combinación de intelecto, empatía y adaptabilidad— se ha convertido en la base del liderazgo eficaz y de los equipos de alto rendimiento en la era digital.
Durante gran parte del siglo XX, el IQ (coeficiente intelectual) fue el referente del éxito profesional.
Las empresas valoraban la capacidad analítica, la resolución lógica y la competencia técnica por encima de todo. Y durante mucho tiempo funcionó: en mercados estables y entornos previsibles, el conocimiento y la lógica bastaban.
Pero el mundo actual se mueve a otro ritmo.
Dirigimos organizaciones en un entorno de cambio constante, mercados globales y ciclos de innovación que se miden en semanas, no en años.
A medida que la automatización asume más tareas rutinarias y técnicas, lo que diferencia a las personas y a las empresas es su capacidad para adaptarse, empatizar y evolucionar.
Aquí es donde entran en juego el EQ (Inteligencia Emocional) y el AQ (Coeficiente de Adaptabilidad): las nuevas formas de inteligencia que definen cómo las compañías crecen, innovan y crean valor.
El IQ sigue siendo esencial.
Es la estructura sobre la que se construyen el razonamiento, el análisis y la maestría técnica — la base del conocimiento en ingeniería, software y análisis de datos.
Sin embargo, en un mundo donde la información abunda y la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, el IQ por sí solo ya no garantiza impacto.
El brillo técnico sin adaptabilidad puede derivar en rigidez; la lógica sin empatía puede limitar la colaboración.
El IQ es el punto de partida, no el destino.
La Inteligencia Emocional (EQ) es la habilidad de comprender, gestionar y expresar las emociones — propias y ajenas — de manera eficaz.
En entornos híbridos y multiculturales, el EQ se traduce directamente en confianza, colaboración y resiliencia.
Los líderes y equipos con alto EQ comunican con claridad bajo presión, gestionan los conflictos de forma constructiva e inspiran confianza tanto en los clientes como en sus compañeros.
Un estudio publicado en Frontiers in Psychology (2023) demostró que la regulación emocional y la empatía son predictores clave del compromiso y la satisfacción laboral — dos factores esenciales para la retención y la productividad.
En consultoría y desarrollo de software, el EQ es aún más crítico: ayuda a los equipos a entender no solo qué necesita un cliente, sino por qué lo necesita.
En esencia, el EQ transforma la prestación de servicios de transaccional a relacional, convirtiendo los proyectos en verdaderas alianzas.
Si el EQ permite conectar, el AQ (Adaptability Quotient) permite evolucionar.
El AQ mide la capacidad de una persona o de una organización para ajustarse al cambio, la incertidumbre y la disrupción.
Un informe de The CFR Group (2024) lo define como “el mejor predictor del éxito en entornos tecnológicos y de cambio rápido”.
El AQ es la capacidad de aprender, desaprender y volver a aprender, de ver el cambio no como una amenaza sino como una oportunidad.
En el sector del software, el AQ es lo que permite a los equipos reaccionar y adaptarse rápidamente cuando cambian las regulaciones, los mercados o las tecnologías.
En NoBlue2, lo vemos cada día: desarrolladores que adaptan NetSuite a las nuevas normativas de factura electrónica, consultores que rediseñan flujos con automatización basada en IA, y jefes de proyecto que abrazan el cambio en lugar de resistirlo.
Esa adaptabilidad es la que construye confianza y relaciones duraderas con nuestros clientes.
En NoBlue2, donde la tecnología se une con la experiencia humana, el EQ y el AQ no son conceptos teóricos: son habilidades prácticas que impulsan la excelencia.
Definen cómo trabajamos internamente y cómo generamos valor en proyectos de ERP, automatización y cumplimiento normativo.
Los equipos con alto AQ reaccionan con agilidad ante nuevas realidades de mercado o cambios regulatorios — como las normativas europeas de factura electrónica.
Esa capacidad acorta los plazos de implementación, garantiza el cumplimiento y refuerza la confianza en cada entrega.
El EQ garantiza que la comunicación sea empática, clara y contextual.
Ayuda a consultores y desarrolladores a traducir la complejidad en claridad, anticipando preocupaciones antes de que se conviertan en problemas.
En definitiva, el EQ es la base de una experiencia de cliente sobresaliente.
Las investigaciones también demuestran que la combinación de EQ y AQ potencia la creatividad.
Los equipos que se sienten seguros para experimentar y aprender del error generan soluciones más innovadoras — una ventaja clave en la consultoría tecnológica.
Cuando el EQ y el AQ se miden, desarrollan y celebran, fortalecen la cultura organizacional.
Las empresas adaptativas y emocionalmente inteligentes atraen talento, reducen la rotación y ofrecen calidad constante, incluso en momentos de cambio.
La inteligencia artificial ya puede replicar muchas habilidades cognitivas asociadas al alto IQ — procesar datos, detectar patrones, generar contenido.
Pero aún hay inteligencias profundamente humanas que las máquinas no pueden imitar: la empatía, la creatividad y la adaptabilidad.
El futuro pertenece a las organizaciones que combinan las tres inteligencias:
Pensar con lógica (IQ)
Conectar con empatía (EQ)
Adaptarse con agilidad (AQ)
En la era de la IA, este equilibrio define la verdadera madurez digital.
En NoBlue2, creemos que la transformación no empieza con la tecnología, sino con las personas.
Al fomentar el EQ y el AQ en nuestros equipos, ofrecemos soluciones que no solo funcionan con eficacia, sino que conectan con propósito y evolucionan con nuestros clientes.
Frontiers in Psychology (2023): Emotional Intelligence, Perseverance and Job Commitment.
Robert Half (2024): Why AQ Matters More Than IQ and EQ.
The CFR Group (2024): Leading with Agility — Why Adaptability Quotient is Key to Organizational Success.
Sidecar AI (2024): The AQ Revolution.
AQai (2023): The AQ Model — Measuring Human Adaptability.